El maestro y el escorpión es una historia para pensar como maestros
Un maestro, solía pasear con sus discípulos por el bosque, para contemplar la naturaleza, revitalizar el cuerpo, el alma y la mente.
Un día, en el cruce del río, observó un pequeño escorpión, que luchaba para no dejarse ahogar por la fuerza del agua. E inmediatamente, el sabio maestro corrió a socorrerlo.
Lanzó su mano derecha, lo agarró de sus patas e intentó sacarlo del agua. Pero inmediatamente el escorpión se sintió amenazado y tiró fuertemente su aguijón para defenderse, clavando el veneno en la mano de su salvador.
El Maestro sintió el dolor de manera instantánea y soltó al escorpión; este, cayendo cerca al borde del río y aun agobiado por la fuerza de la corriente, siguió luchando.
Sacudió el Maestro su mano para alejar el dolor de la picadura, y casi de manera instantánea volvió a agarrarlo por las patas para tratar de salvarlo. El Maestro sintió de nuevo el aguijón inyectar rápidamente el veneno del escorpión. El dolor superó más las ganas de ayudar que tenía el Maestro y dejó caer de nuevo al escorpión junto al borde del río.
En un último intento el Maestro extendió su mano para salvar de nuevo al escorpión, pero esta vez un discípulo le estaba deteniendo del hombre y le increpó: ¡Maestro no ve que… cada vez que intenta salvar al escorpión de la fuerza del agua, este le pica y le hace daño a usted!
A lo que el Maestro contestó:
¡La naturaleza del Escorpión es picar, la mía es servir! Ninguna de las dos va a cambiar.
Y entonces ayudándose de una rama sostuvo al escorpión por tercera vez para poderlo salvar de la fuerte corriente del agua.
Un maestro, solía pasear con sus discípulos por el bosque, para contemplar la naturaleza, revitalizar el cuerpo, el alma y la mente.
Un día, en el cruce del río, observó un pequeño escorpión, que luchaba para no dejarse ahogar por la fuerza del agua. E inmediatamente, el sabio maestro corrió a socorrerlo.
Lanzó su mano derecha, lo agarró de sus patas e intentó sacarlo del agua. Pero inmediatamente el escorpión se sintió amenazado y tiró fuertemente su aguijón para defenderse, clavando el veneno en la mano de su salvador.
El Maestro sintió el dolor de manera instantánea y soltó al escorpión; este, cayendo cerca al borde del río y aun agobiado por la fuerza de la corriente, siguió luchando.
Sacudió el Maestro su mano para alejar el dolor de la picadura, y casi de manera instantánea volvió a agarrarlo por las patas para tratar de salvarlo. El Maestro sintió de nuevo el aguijón inyectar rápidamente el veneno del escorpión. El dolor superó más las ganas de ayudar que tenía el Maestro y dejó caer de nuevo al escorpión junto al borde del río.
En un último intento el Maestro extendió su mano para salvar de nuevo al escorpión, pero esta vez un discípulo le estaba deteniendo del hombre y le increpó: ¡Maestro no ve que… cada vez que intenta salvar al escorpión de la fuerza del agua, este le pica y le hace daño a usted!
A lo que el Maestro contestó:
¡La naturaleza del Escorpión es picar, la mía es servir! Ninguna de las dos va a cambiar.
Y entonces ayudándose de una rama sostuvo al escorpión por tercera vez para poderlo salvar de la fuerte corriente del agua.
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